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Summary: Voices en Español is a podcast for intermediate to advanced-level students of Spanish. The podcasts are short-story readings or interviews with native and non-native Spanish speakers from Spain, Latin America and the United States. Visit voicesenespanol.com for more details.

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Podcasts:

 VEE #047 – Un hispano en USA, Part 2 | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

This is the second part of an interview with Luis Rojas of Rojas Spanish. In this chat Luis shares his opinion of Pres. Barack Obama and we also talk a little about U.S. foreign policy as it relates to Cuba. My thanks to Luis for spending so much time with me on Skype recording this conversation. The transatlantic phone connection isn't always the greatest. To listen to Part 1 of this conversation please visit Luis' web site, Rojas Spanish Podcast. Be sure to check out his cultural video language-learning program and online Spanish-language community while you're there.

 VEE #046 – Introducing ReVerb Spanish | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

This podcast is an introduction to my latest web project: ReVerb Spanish. If I do it right, it is going to help you review, relearn and remember the different meanings and conjugations of Spanish verbs. This podcast contains 3 separate ReVerb Spanish episodes in one sitting. It includes the general introduction, a segment about Conocer vs. Saber and then an audio verb drill of the verb SER. Also, as a bonus, I've thrown in a micro relato by Julio Cortázar. Below is the text of that story. What more could you ask for? Enjoy! :) Haga como si estuviera en casa: Un micro-relato de Julio Cortázar Una esperanza se hizo una casa y le puso una baldosa que decía: "Bienvenidos los que llegan a este hogar". Un fama se hizo una casa y no le puso mayormente baldosas. Un cronopio se hizo una casa y siguiendo la costumbre puso en el porche diversas baldosas que compró o hizo fabricar. Las baldosas estaban colocadas de manera que se las pudiera leer en orden. La primera decía: “Bienvenidos los que llegan a este hogar”. La segunda decía: “La casa es chica, pero el corazón es grande”. La tercera decía: “La presencia del huésped es suave como el césped”. La cuarta decía: “Somos pobres de verdad, pero no de voluntad”. La quinta decía: “Este cartel anula todos los anteriores. Rajá, perro”.

 VEE #045 – ¡Piratas! | File Type: audio/mpeg | Duration: 10:20

(Almost) everything you ever wanted to know about Somalian pirates but were too afraid to ask. Why are young Somalian men turning to piracy? How much money does a Somalian pirate make? What exactly does a pirate spend his cut of the ransom money on? Get the answers to these questions and more in this podcast. (P.S. Based on the accent and a very obvious clue given in the podcast, can you guess where my friend Eugenio is from?) ¡Piratas! transcript: Spanish text with English translation of key words and phrases used in the conversation. $2.50 Click "Buy Now" button to purchase and download.

 VEE #044 – La Última Cena | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Another history podcast, this time about Leonardo da Vinci's famous painting, "The Last Supper." Prof. John Varriano, whose research is what prompted me to do this podcast, is an art history professor at Mt. Holyoke College in South Hadley, Mass. Want to learn more about Leonardo da Vinci, the original Renaissance Man? The Museum of Science in Boston, Mass. has an excellent web site that covers Leonardo the Scientist, Leonardo the Inventor and Leonardo the Artist. Music in this episode: "Morir non puo il mio cuore" and "Cantiem lieti cantiamo" sung by The Hilliard Ensemble The transcript of this episode, "La Última Cena",  is six-pages long. It contains the complete Spanish dialogue of the conversation plus the recipe with cooking instructions. $2.50

 VEE #043 – El miedo al mono | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Una charla con Luis, (uno de los lectores de Cody's Cuentos) sobre la historia de Darwinismo en España. If you look closely at the bottle's label you can see the funny inscription ["Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento"] on the monkey's parchment. The monkey man is obviously a simian version of Charles Darwin. ¡Qué bueno!

 VEE #042 – El talentoso Sr. Huntington | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Uno de los mecenas de arte y cultura españoles más importante en la historia no es un español ni un europeo sino un norteamericano filántropo llamado Archer Milton Huntington. Nacido en Nueva York en 1870, Huntington fue un apasionado por la cultura y el arte españoles de todas las épocas. Hijo adoptado de un magnate de ferrocarriles en EE.UU. Huntington creció en un ambiente social muy culto y muy rico con maestros privados y muchas oportunidades de viajar a Europa. Realizó sus primeros viajes a España atraído por la figura del Cid Campeador. Huntington hizo una edición en inglés del famoso Poema del Cid. También, a Huntington le fascinaba la arqueología. De hecho el sueño de Huntington era hacerse un verdadero arqueólogo. En 1898 tuvo su oportunidad de cumplir su sueño. En aquel año Huntington emprendió un viaje a España dirigiéndose a Sevilla, a la búsqueda de libros y también para sumergirse en la cultura. Cerca de Sevilla están las ruinas de la ciudad romana de Itálica, considerada secularmente como Sevilla la Vieja y durante su estancia en España, Huntington conoció al arqueólogo francés Arthur Engel, quien le ofreció la posibilidad de continuar sus excavaciones en un terreno que tenía arrendado y que se disponía a abandonar. Sin vacilar, Huntington se hizo cargo del arriendo del terreno y comenzó así a excavar en Itálica, a las afueras de la ciudad romana, en una zona de necrópolis. Pudo así palpar de primera mano los vestigios y las huellas de los habitantes de la antigua e ilustre ciudad romana de Hispania fundada por Pubio Cornelio Escupión el Africano. La excavación, iniciada en febrero de 1898, hubo de ser bruscamente interrumpida en abril por el estallido de la Guerra de Cuba, pero la experiencia había sido, en opinión de Huntington, formidable. Huntington, un gran bibliófilo, se dedicó por entero al conocimiento de la cultura hispana y a crear un museo para su estudio y difusión. En *1908, diez años después de su primera experiencia en Itálica, Huntington fundó la Sociedad Hispánica de América (Hispanic Society of America) que hoy en día es uno de los museos más importantes de la cultura española fuera de España. Ubicada en la ciudad de Nueva York, la Sociedad Hispánica tiene una biblioteca con una gran colección de más de 250.000 libros que tienen que ver con España, Portugal y sus colonias. De esta cifra, 15.000 de estos fueron imprimidos antes del s. XVII. La biblioteca también contiene varios de las escritos de Sor Juana Inés de la Cruz, una de los escritoras más importantes en la historia de la lengua española. Ahora, en 2009, por primera vez en España, se muestra la colección arqueológica del señor Huntington. Hasta el 30 de abril de 2009, se puede ver la colección en el Museo Arqueológico Regional de Madrid. Luego, entre mayo y julio, se puede verla en Sevilla en el Centro Cultural de la Fundación Cajasol. (*Correction: Huntington founded the Hispanic Society of America in 1904 and opened the museum in 1908.)

 VEE #041 – Las medias de los flamencos | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Un cuento uruguayo, escrito por Horacio Quiroga Click here for a Spanish-English glossary of some words in this story. Cierta vez las víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos, a los flamencos, y a los yacarés y a los peces. Los peces, como no caminan, no pudieron bailar; pero siendo el baile a la orilla del río, los peces estaban asomados a la arena, y aplaudían con la cola. Los yacarés, para adornarse bien, se habían puesto en el pescuezo un collar de plátanos, y fumaban cigarros paraguayos. Los sapos se habían pegado escamas de peces en todo el cuerpo, y caminaban meneándose, como si nadaran. Y cada vez que pasaban muy serios por la orilla del río, los peces les gritaban haciéndoles burla. Las ranas se habían perfumado todo el cuerpo, y caminaban en dos pies. Además, cada una llevaba colgada, como un farolito, una luciérnaga que se balanceaba. Pero las que estaban hermosísimas eran las víboras. Todas, sin excepción, estaban vestidas con traje de bailarina, del mismo color de cada víbora. Las víboras coloradas llevaban una pollerita de tul colorado; las verdes, una de tul verde; las amarillas, otra de tul amarillo; y las yararás, una pollerita de tul gris pintada con rayas de polvo de ladrillo y ceniza, porque así es el color de las yararás. Y las más espléndidas de todas eran las víboras de que estaban vestidas con larguísimas gasas rojas, y negras, y bailaban como serpentinas. Cuando las víboras danzaban y daban vueltas apoyadas en la punta de la cola, todos los invitados aplaudían como locos. Sólo los flamencos, que entonces tenían las patas blancas, y tienen como ahora la nariz muy gruesa y torcida, sólo los flamencos estaban tristes, porque como tienen muy poca inteligencia, no habían sabido cómo adornarse. Envidiaban el traje de todos, y sobre todo el de las víboras de coral. Cada vez que una víbora pasaba por delante de ellos, coqueteando y haciendo ondular las gasas de serpentinas, los flamencos se morían de envidia. Un flamenco dijo entonces: —Yo sé lo que vamos a hacer. Vamos a ponernos medias coloradas, blancas y negras, y las víboras de coral se van a enamorar de nosotros. Y levantando todos juntos el vuelo, cruzaron el río y fueron a golpear en un almacén del pueblo. —¡Tan-tan! —pegaron con las patas. —¿Quién es? —respondió el almacenero. —Somos los flamencos. ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras? —No, no hay —contestó el almacenero—. ¿Están locos? En ninguna parte van a encontrar medias así. Los flamencos fueron entonces a otro almacén. —¡Tan-tan! ¿Tienes medias coloradas, blancas y negras? El almacenero contestó: —¿Cómo dice? ¿Coloradas, blancas y negras? No hay medias así en ninguna parte. Ustedes están locos. ¿Quiénes son? —Somos los flamencos— respondieron ellos. Y el hombre dijo: —Entonces son con seguridad flamencos locos. Fueron a otro almacén. —¡Tan-tan! ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras? El almacenero gritó : —¿De qué color? ¿Coloradas, blancas y negras ? Solamente a pájaros narigudos como ustedes se les ocurre pedir medias así. ¡Váyanse en seguida! Y el hombre los echó con la escoba. Los flamencos recorrieron así todos los almacenes, y de todas partes los echaban por locos. Entonces un tatú, que había ido a tomar agua al río se quiso burlar de los flamencos y les dijo, haciéndoles un gran saludo: —¡Buenas noches, señores flamencos! Yo sé lo que ustedes buscan. No van a encontrar medias así en ningún almacén. Tal vez haya en Buenos Aires, pero tendrán que pedirlas por encomienda postal. Mi cuñada, la lechuza, tiene medias así. Pídanselas, y ella les va a dar las medias coloradas, blancas y negras. Los flamencos le dieron las gracias, y se fueron volando a la cueva de la lechuza. Y le dijeron: —¡Buenas noches, lechuza! Venimos a pedirte las medias coloradas, blancas y negras. Hoy es el gran baile de las víboras, y si nos ponemos esas medias,

 VEE #040 – Un día de estos | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Listen to the complete podcast. After the reading there is an analysis of the story that does not appear here on the blog. By the way, in this story, the word "fresa" means "dentist's drill" not "strawberry." :) A glossary of words is here on the blog. A short story by Gabriel Garcia Marquez El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos. Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella. Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción. -Papá. -Qué. -Dice el alcalde que si le sacas una muela. -Dile que no estoy aquí. Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo. -Dice que sí estás porque te está oyendo. El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo: -Mejor. Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro. -Papá. -Qué. Aún no había cambiado de expresión. -Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro. Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver. -Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo. Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente: -Siéntese. -Buenos días -dijo el alcalde. -Buenos -dijo el dentista. Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca. Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos. -Tiene que ser sin anestesia -dijo. -¿Por qué? -Porque tiene un absceso. El alcalde lo miró en los ojos. -Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista. Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla,

 VEE #039 – Casa tomada | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Un cuento de Julio Cortázar Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros pa...

 VEE #038 – Hablando con mi portero | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Photo of Ávila, Spain Matias, the superintendent of my apartment building, always has a smile and a positive attitude. He genuinely likes his job and helping people. When I initially asked him to do an interview, he said yes, but then wanted to back out when he found out that I would be recording his voice. He thought it was going to be a written interview. He was very nervous about being recorded, which I guess is only natural since a lot of people don't like the sound of their own voice. Anyway, to put him at ease, I told him that we could talk about whatever he wanted to talk about. So in this short interview, he tells us a little about his beautiful hometown, Ávila, one of the best preserved medieval cities in Spain, and then talks about four places he loves in Madrid. They are: La Plaza Mayor, La Plaza de Oriente, Santiago Bernabeu (stadium of Real Madrid), and el Barrio de la Concepción. The interview is brief but I think Matias did a good job and I don't think his nervousness comes through in the audio. ¡Gracias, Matias! Photo: Santiago Bernabeu, la casa del Real Madrid, by Pedro Solorzano

 VEE #037 – Del solomillo a la sopa de ajos | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

Spanish author Miguel Aranguren looks for the silver lining in the current economic recession. The title "Del solomillo a la sopa de ajos" refers to the change in economic status of many middle-class Spaniards in recent months where people have gone from being able to afford many things to having to cut back and tighten their belt. The essay is read by César, one of my intercambios. Click here for a PDF of the article. Glossary of terms: "el moreno de agosto" = summer tan "estoy blanco y sin blanca" is a play on words in Spanish. "Estoy blanco" = I'm very white/I'm pale "Estar sin blanca" =  to be broke, to not have any money "me entran ganas de volver tiempo atrás" = I feel like going back in time "el relax" = relaxation, a break "los precios....se han puesto por los nubes" = the prices...have gotten sky high "hombre recto" = an honest and morally upstanding man filigrana: filigree, a kind of intricate jewelry made out of fine threads of gold or silver twisted to resemble lace. But in the context of the essay, the author is using this word in a metaphorical sense, as a way of explaining how his parents went to a great deal of trouble to shield him, as a child, from the problems of the real world. "rascarse la cartera" = to spend money unwillingly. A similar expression that means the same thing is "rascarse el bolsillo." emponzoñar: to infect, to damage acreedores: creditors barniz: veneer "días de uva y miel" = In English, the closest equivalent is "days of milk and honey," which means prosperity.

 VEE #036 – SpanishPodcast.org | File Type: audio/mpeg | Duration: 17:04

Part 2 of a conversation with Mercedes León of SpanishPodcast.org. In this episode she talks about the development of her podcast for Spanish language learners and gives us some general advice. Check out Part 1 of the interview, if you previously missed it. Click below to purchase the complete Spanish transcript of the entire conversation. Transcript for Part 1: VEE Episode 35, "La fiebre de la propiedad" Transcript for Part 2: VEE Episode 36, SpanishPodcast.org

 VEE #035: La fiebre de la propiedad | File Type: audio/mpeg | Duration: 15:51

In this interview with Spanish podcaster, Mercedes León, we talk about economic hard times in Spain, brought on by rampant real estate speculation. Later on in the conversation we switch gears and Mercedes takes us on a wonderful audio tour of her favorite sections of Barcelona. It's a great interview, if I must say myself.  :) This is Part 1 of a two-part interview. Visit Mercedes' web site at www.spanishpodcast.org. Click below for the complete interview transcript in Spanish.

 VEE #034 – Cine Prado | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

A short story by Elena Poniatowska Señorita: A partir de hoy, debe usted borrar mi nombre de la lista de sus admiradores. Tal vez convendría ocultarte esta deserción, pero callándome, iría en contra de una integridad personal que jamás ha eludido las exigencias de la verdad. Al apartarme de usted, sigo un profundo viraje de mi espíritu, que se resuelve en el propósito final de no volver a contarme entre los espectadores de una película suya. Esta tarde, más bien, esta noche, usted me destruyó. Ignoro si le importa saberlo, pero soy un hombre hecho pedazos. ¿Se da usted cuenta? Soy un aficionado que persiguió su imagen en la pantalla de todos los cines de estreno y de barrio, un crítico enamorado que justificó sus peores actuaciones morales y que ahora jura de rodillas separarse para siempre de usted aunque el simple anuncio de Fruto Prohibido haga vacilar su decisión. Lo ve usted, sigo siendo un hombre que depende de una sombra engañosa. Sentado en una cómoda butaca, fui uno de tantos, un ser perdido en la anónima oscuridad, que de pronto se sintió atrapado en una tristeza individual, amarga y sin salida. Entonces fui realmente yo, el solitario que sufre y que le escribe. Porque ninguna mano fraterna se ha extendido para estrechar la mía. Cuando usted destrozaba tranquilamente mi corazón en la pantalla, todos se sentían inflamados y fieles. Hasta hubo en canalla que rió descaradamente, mientras yo la veía desfallecer en brazos de ese galán abominable que la condujo a usted al último extremo de la degradación humana. Y un hombre que pierde de golpe todos sus ideales ¿no cuenta para nada, señorita? Dirá usted que soy un soñador, un excéntrico, uno de esos aerolitos que caen sobre la tierra al margen de todo cálculo. Prescinda usted de cualquiera de sus hipótesis, el que la está juzgando soy yo, y hágame el favor de ser más responsable de sus actos, y antes de firmar un contrato o de aceptar un compañero estelar, piense que un hombre como yo puede contarse entre el público futuro y recibir un golpe mortal. No hablo movido por los celos, pero créame usted: en Esclavas del Deseo fue besada, acariciada y agredida con exceso. No sé si mi memoria exagera, pero en la escena del cabaret no tenía usted por qué entreabrir de esa manera sus labios, desatar sus cabellos sobre los hombros y tolerar los procaces ademanes de aquel marinero, que sale bostezando, después de sumergirla en el lecho del desdoro y abandonarla como una embarcación que hace agua. Yo sé que los actores se deben a su público, que pierden en cierto modo su libre albedrío y que se hallan a la merced de los caprichos de un director perverso; sé también que están obligados a seguir punto por punto todas las deficiencias y las falacias del texto que deben interpretar, pero déjeme decirle que a todo el mundo le queda, en el peor de los casos, un mínimo de iniciativa, una brizna de libertad que usted no pudo o no quiso aprovechar. Si se tomara la molestia, usted podría alegar en su defensa que desde su primera irrupción en el celuloide aparecieron algunos de los rasgos de conducta que ahora le reprocho. Es verdad; y admito avergonzado que ningún derecho ampara mis querellas. Yo acepté amarla tal como es. Perdón, tal como creía que era. Como todos los desengañados, maldigo el día en que uní mi vida a su destino cinematográfico. Y conste que la acepté toda opaca y principiante, cuando nadie la conocía y le dieron aquel papelito de trotacalles con las medias chuecas y los tacones carcomidos, papel que ninguna mujer decente habría sido capaz de aceptar. Y sin embargo, yo la perdoné, y en aquella sala indiferente y llena de mugre saludé la aparición de una estrella. Yo fui se descubridor, el único que supo asomarse a su alma, entonces inmaculada, pese a su bolsa arruinada y a vueltas de carnero. Por lo que más quiera en la vida, perdóneme este brusco arrebato.

 VEE #033 – Continuidad de los parques | File Type: audio/mpeg | Duration: Unknown

By Julio Cortázar Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer. Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

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