Delirium Premens: ‘Hola, soy tu menstruación’




InOutradio, la radio lésbica show

Summary: Mi menstruación                                Ana Palacio, ex ministra del PP Hola, soy tu menstruación ( a dúo Satchi-Polli) Alguien llama a mi puerta, como casi cada día. Es lo que tiene vivir en un bajo, que todo el mundo usa mi timbre para entrar en el edificio: la cartera, la lechera, la butanera, la fontanera, la afiladora, las testigas de Jehová, las vendedoras de pisos, las encuestadoras… ¡Todas! Por lo general no suelo contestar, pero de vez en cuando pruebo suerte y descuelgo el interfono, solo para reírme un rato. —¿Quién es? —pregunto con tono seco. Una voz de mujer contesta al otro lado. —Hola, soy tu menstruación. Echo cuentas mentalmente y me doy cuenta de que sí, de que ya toca. Cada mes igual, siempre me despisto. —Un momento, por favor. Voy a por una compresa y abro enseguida —respondo con fría resignación. Durante el proceso de colocación, sentada cómodamente en la taza del inodoro, leo el mensaje impreso en el papelito adhesivo que me permite desplegar las alas de la compresa de absorbencia normal: “¿Sabías que el 38% de las mujeres menopáusicas se sienten tan jóvenes como antes”. Pues no, no lo sabía. Vuelvo al interfono. —Señora Menstruación, ¿sigue usted ahí? —Por supuesto, me quedaré unos días. ¿Puedo pasar? Le agradezco la paciencia y la invito a tomar asiento. Mi menstruación va vestida de rojo y arrastra una maleta con ruedas, también roja. Parece que va en serio eso de instalarse en mi casa. —Bueno, Clara, ¿cómo andamos? —me pregunta, y yo contesto sin demasiado interés. —Así así, capeando la crisis, como todo el mundo. ¿Qué se le ofrece? —Vengo a informarte de que voy a retirarme pronto. Un anuncio de tal envergadura me deja un poco descolocada. Mientras intento descifrar el alcance de sus palabras, pienso que la mujer me recuerda a alguien, y así se lo hago saber. —Oiga, ¿usted siempre ha trabajado de lo mismo? Su cara me suena… ¿No habrá sido ministra, o algo? —Todas tenemos un pasado —contesta, tajante, y sigue con su discurso de despedida— como te decía, me temo que soy tu última menstruación, pero no puedo asegurarlo, porque siempre has sido tan irregular que no me atrevo a afirmarlo del todo. De todas maneras, me quedan dos telediarios contigo, eso está claro. ¿Cómo te sientes? —Pues no lo sé, normal, supongo. Me duele un poco el bajo vientre, pero eso también es normal, me ocurre siempre el primer día. Bueno, ¿y entonces, a partir de ahora, qué? —Ya has visto el mensaje. Si estás dentro de ese 38%, te sentirás igual de joven a pesar de la menopausia. —¿Y si no? —Dependerá de cómo haya transcurrido tu vida hasta hoy, de cómo te la tomes a partir de ahora y de lo dispuesta que estés a cuidarte. ¿Cómo tienes el suelo? —¿El suelo? Limpísimo, ¿no lo ve? —Me refiero al suelo pélvico. Si no has tenido hijos no tendrás problemas, pero si has sido madre y no has hecho ejercicios para fortalecer la musculatura… —Si es por eso, puedo estar tranquila, no he parido. —Vale, entonces no hace falta que te presente a Tena Lady. Yo también me quedo más tranquila, no veas cómo se ponen algunas cuando descubren que, para ellas, la menopausia no supone más que cambiar la marca de sus productos de higiene íntima. —¿Y eso es todo? —pregunto, un poco perpleja. —En tu caso, creo que sí. Si sigues haciendo ejercicio y alimentándote de manera equilibrada, no deberías tener problemas. Y además, no tendrás que preocuparte por si te quedas embarazada, ¿no estás contenta? En este punto me doy cuenta de que sigo viéndome obligada a salir del armario un día sí y otro también. Me parece penoso, a mi edad. —Mire, señora Menstruación, eso a mí no me ha preocupado jamás —le digo, mientras, con las manos, recurro al signo de las tijeritas para no tener que dar más explicaciones. Pero ella no entiende nada de nada. —¿Ah, no? ¿Y por qué no? ¿Y qué te pasa en las manos? Si quiero que se entere, tengo que ser clara. —Soy lesbiana, mi pareja es una mujer. ¿Entiende ahora por qué no me preocupa quedarme embarazada? La mujer ha[...]